sábado, 4 de mayo de 2013


Cambiar nuestros hábitos a través del movimiento, una puerta abierta a la mejora de nuestra acción.
 
¿Cómo te levantas al día a día? ¿Cómo son tus movimientos cotidianos? ¿Respiras de manera relajada? ¿Cómo te sientas delante de tu ordenador? ¿Sientes tu cuerpo?, ¿Tus movimientos son agradables? ¿O te sientes poco flexible y tu cuerpo supone tu peor enemigo para tu acción diaria? La manera en cómo realizas tus movimientos cotidianos determina la calidad de tu día a día. Generalmente tenemos poca conciencia de nuestros movimientos debido a un sinfín de razones, apuntando la más destacada a una carencia de aprendizaje en sentir los movimientos de nuestro cuerpo y a un dejarnos arrastrar por nuestros hábitos poco funcionales.

Nos cuesta creer que podemos influir en nuestra capacidad de manejarnos mejor con nuestro cuerpo y evitar tensiones de todo tipo. El ritmo acelerado de nuestra sociedad actual y un sedentarismo creciente, no ayudan en ese sentido. A ello se le suma, las creencias en que nuestros hábitos son más poderosos que nuestra capacidad de aprender y progresar. La pregunta esencial es ¿podemos cambiar nuestra manera de hacer las cosas y gobernarnos con más eficiencia, volviéndonos personas más felices, creativas y eficientes?

Nada es imposible de alcanzar cuando nos ponemos en situación de aprendizaje y nos permitimos vivir un proceso de cambio a través de nuestra experiencia propia. Nuestro potencial latente emerge cuando aprendemos a salirnos de hábitos defectuosos, patrones de acción obsoletos y decidimos a través del movimiento adoptar los cambios necesarios para ser personas más funcionales y dispuestas a la acción. Nuestro sistema nervioso está preparado para una acción eficaz a pesar de nuestras tensiones y estreses cotidianos y poseemos más gobierno de nosotros mismos, del que generalmente somos conscientes a la hora de mejorar nuestros movimientos y acciones. El aprendizaje del movimiento a través de nuestra propia experiencia, nos ayuda a desarrollar la conciencia necesaria para identificar nuestros hábitos, adoptar nuevas formas de acción más saludables para nuestro propio bienestar e integrarlas en nuestra cotidianidad incrementando nuestra calidad de vida.

Cambiando la calidad de nuestros movimientos diarios y nuestra actitud frente a dicha tarea, desarrollamos aptitudes y habilidades, impactando en nuestro día a día y disfrutando de mayor bienestar, salud, elegancia, eficiencia y flexibilidad. Por ende, cambia nuestro potencial de acción disfrutando más de nuestras tus acciones diarias.

En su libro, la necesidad de ver lo obvio, cuyo título original en inglés es “The elusive obvious or basic Feldenkrais”, M. Feldenkrais, creador del magnífico método de aprendizaje somático, cita en el capítulo Autoconciencia por el movimiento, “Necesitamos de los hábitos para actuar de manera adecuada y rápida. Pero los hábitos utilizados sin discernimiento, como si fueran leyes naturales, es decir como si no pudieran ser modificados, sólo son ignorancia consentida y perpetuada. Nuestros medios, funciones y estructuras nos brindan asombrosas posibilidades. No obstante todas las personas desdichadas “están hechas así”, es decir como sus hábitos. Estos no les dejan ver la enorme cantidad de alternativas de que disponen. Como los hábitos son útiles y económicos, preferimos no cambiarlos”.

Es importante comprender que entre muchas maneras de movernos cotidianamente siempre tenemos elección de hacerlo de manera cómoda, eficaz y con elegancia. Siempre existen opciones para la mejoría. Y de ello depende nuestra capacidad de cambio y nuestro deseo de vivir un proceso en el qué mejoraremos sin duda alguna nuestras habilidades para hacer frente a nuestros retos y desafíos cotidianos, en todos los aspectos de nuestra vida (personal, social, profesional).

Susana Ramón




 

 
 
 
 
 
 

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