Cambiar nuestros hábitos a través del movimiento, una puerta abierta a la mejora de nuestra acción.
¿Cómo te levantas al día a día? ¿Cómo
son tus movimientos cotidianos? ¿Respiras de manera relajada? ¿Cómo te sientas
delante de tu ordenador? ¿Sientes tu cuerpo?, ¿Tus movimientos son agradables?
¿O te sientes poco flexible y tu cuerpo supone tu peor enemigo para tu acción
diaria? La manera en cómo realizas tus movimientos cotidianos determina la
calidad de tu día a día. Generalmente tenemos poca conciencia de nuestros
movimientos debido a un sinfín de razones, apuntando la más destacada a una
carencia de aprendizaje en sentir los movimientos de nuestro cuerpo y a un dejarnos
arrastrar por nuestros hábitos poco funcionales.
Nos cuesta creer que podemos influir
en nuestra capacidad de manejarnos mejor con nuestro cuerpo y evitar tensiones
de todo tipo. El ritmo acelerado de nuestra sociedad actual y un sedentarismo
creciente, no ayudan en ese sentido. A ello se le suma, las creencias en que
nuestros hábitos son más poderosos que nuestra capacidad de aprender y
progresar. La pregunta esencial es ¿podemos cambiar nuestra manera de hacer las
cosas y gobernarnos con más eficiencia, volviéndonos personas más felices,
creativas y eficientes?
Nada es imposible de alcanzar
cuando nos ponemos en situación de aprendizaje y nos permitimos vivir un
proceso de cambio a través de nuestra experiencia propia. Nuestro potencial
latente emerge cuando aprendemos a salirnos de hábitos defectuosos, patrones de
acción obsoletos y decidimos a través del movimiento adoptar los cambios
necesarios para ser personas más funcionales y dispuestas a la acción. Nuestro
sistema nervioso está preparado para una acción eficaz a pesar de nuestras
tensiones y estreses cotidianos y poseemos más gobierno de nosotros mismos, del
que generalmente somos conscientes a la hora de mejorar nuestros movimientos y
acciones. El aprendizaje del movimiento a través de nuestra propia experiencia,
nos ayuda a desarrollar la conciencia necesaria para identificar nuestros
hábitos, adoptar nuevas formas de acción más saludables para nuestro propio bienestar
e integrarlas en nuestra cotidianidad incrementando nuestra calidad de vida.
Cambiando la calidad de nuestros
movimientos diarios y nuestra actitud frente a dicha tarea, desarrollamos
aptitudes y habilidades, impactando en nuestro día a día y disfrutando de mayor
bienestar, salud, elegancia, eficiencia y flexibilidad. Por ende, cambia
nuestro potencial de acción disfrutando más de nuestras tus acciones diarias.
En su libro, la necesidad de ver
lo obvio, cuyo título original en inglés es “The
elusive obvious or basic Feldenkrais”, M. Feldenkrais, creador del magnífico método de aprendizaje somático, cita en el
capítulo Autoconciencia por el movimiento, “Necesitamos
de los hábitos para actuar de manera adecuada y rápida. Pero los hábitos
utilizados sin discernimiento, como si fueran leyes naturales, es decir como si
no pudieran ser modificados, sólo son ignorancia consentida y perpetuada.
Nuestros medios, funciones y estructuras nos brindan asombrosas posibilidades.
No obstante todas las personas desdichadas “están hechas así”, es decir como
sus hábitos. Estos no les dejan ver la enorme cantidad de alternativas de que
disponen. Como los hábitos son útiles y económicos, preferimos no cambiarlos”.
Es importante comprender que
entre muchas maneras de movernos cotidianamente siempre tenemos elección de
hacerlo de manera cómoda, eficaz y con elegancia. Siempre existen opciones para
la mejoría. Y de ello depende nuestra capacidad de cambio y nuestro deseo de
vivir un proceso en el qué mejoraremos sin duda alguna nuestras habilidades
para hacer frente a nuestros retos y desafíos cotidianos, en todos los aspectos
de nuestra vida (personal, social, profesional).
Susana Ramón